jueves, 24 de noviembre de 2011

Entrevista A Una Ama De Casa

Entrevista Sobre La Ideologia De Un Joven

Breve Resumen


En el país, el servicio doméstico es aún sinónimo de discriminación,
explotación y maltrato, en la mayoría de los casos. Miles de niñas,
adolescentes, mujeres jóvenes y mayores, trabajan muchas horas,
sin tener permiso para estudiar ni seguro de salud. Las trabajadoras del
hogar son menospreciadas por su cultura y su lengua (mayormente quechua y aymara) e impedidas de contactar a sus familiares. Les retienen sus
documentos de identidad y que, entre otras agresiones, son víctima de
acoso y hostigamiento sexual.

54% de empleadas del hogar en Lima sufre maltrato en su centro laboral


Lima, mar. 30 (ANDINA). Más de la mitad de trabajadoras del hogar de Lima sufrió maltrato psicológico en su centro laboral, mientras que el 11% sufrió maltrato físico y casi la tercera parte de ellas aseguró haber sido víctima de hostigamiento o violencia sexual, reveló el estudio “Detrás del Mandil”, realizado por el Ministerio de la Mujer y Desarrollo Social (Mimdes).

La investigación se realizó en la asociación La Casa de Panchita y en el Centro de Capacitación de la Trabajadora del Hogar en julio del año 2006, y en sus conclusiones brinda orientación sobre medidas preventivas para evitar y enfrentar el maltrato.

El estudio, que cobra mayor vigencia en el Día de la Trabajadora del Hogar que se celebra hoy, revela además que pedir las cosas gritando es el común denominador de las empleadoras y ocurre en la gran mayoría de los casos (72%).

Asimismo, el estudio del Mimdes, señala que el insulto es una fuerte característica de la relación laboral, según lo afirma el 44.4% de las entrevistadas, precisando que la amenaza es una de las estrategias de sometimiento más utilizada.

Las amenazas más comunes están referidas al despido (31.5%) o descuento de sueldo (27.8%), así como la prohibición de volver a tener contacto con sus familiares (22.2%).

También se han encontrado casos (13%) en que se les impide estudiar, lo que constituye una infracción tipificada en la ley 27942.

La mayoría de las trabajadoras del hogar coincide en señalar a la empleadora, más conocida como “patrona” o “señora de la casa”, como la principal responsable del maltrato físico o psicológico (81.8%), a diferencia del hostigamiento y violencia sexual que es practicado por el patrón e hijo del patrón, principalmente.

Las formas de maltrato físico más frecuentes son los empujones (51%), jalones de cabello (45%), puñetazos y bofetadas (36.4%); agresiones que fueron de distinta magnitud y ocasionaron moretones, descompensación emocional y lesiones que debían ser atendidas por un médico.

El Hostigamiento y abuso sexual

El 28% de las encuestadas manifestó haber sufrido hostigamiento sexual. De este grupo, 41.4% recibió propuestas para tener relaciones sexuales.

En tanto, el 24.1% de ellas informó haber recibido un trato hostil por su negativa.

Esta situación se agrava ante un 13.8% que fue víctima de violación sexual, teniendo como agresores al empleador “señor de la casa” o “patrón”, y a alguno de los hijos varones.

Frente a esta situación, el Mimdes exhorta a las trabajadoras del hogar víctimas de cualquier forma de abuso o maltrato a denunciar estos hechos en los Centros Emergencia Mujer (CEM), que son los servicios públicos especializados y gratuitos de atención y prevención de la violencia familiar y sexual del referido portafolio.

De igual modo, cuentan con la línea “Ayuda Amiga 0800-16-800” que es el número telefónico gratuito a través del cual puede solicitar orientación e información sobre el CEM más cercano a su casa.

Si la trabajadora del hogar es menor de edad, puede llamar las 24 horas del día a la Línea 100 y solicitar que una trabajadora social vaya a visitarla.

El Mimdes hace un llamado a todas las personas involucradas en el tema a realizar acciones concretas para promover el respeto de quienes trabajan en el hogar.

Más de la mitad de empleadas del hogar en Lima sufrió maltratos

Estudio "Detrás del mandil" señala que el insulto es una fuerte característica en la relación laboral y una de las estrategias de sometimiento.

Un vergonzoso resultado refleja la investigación sobre el trato, o maltrato, que reciben las trabajadoras del hogar en Lima. Según el estudio "Detrás del Mandil" realizada por el ministerio de la Mujer y Desarrollo Social (Mimdes), 54% de trabajadoras del hogar en Lima sufre maltrato psicológico en su centro laboral, mientras que el 11% sufrió maltrato físico y casi la tercera parte de ellas aseguró haber sido víctima de hostigamiento o violencia sexual.

Aunque la investigación es de julio de 2006 sus resultados cobran vigencia porque hoy se celebra el Día de la Trabajadora del Hogar. El estudio revela además que pedir las cosas gritando es el común denominador de las empleadoras y ocurre en la gran mayoría de los casos (72%).

Asimismo, el estudio del Mimdes, señala que el insulto es una fuerte característica de la relación laboral, según lo afirma el 44.4% de las entrevistadas, precisando que la amenaza es una de las estrategias de sometimiento más utilizada. También se han encontrado casos (13%) en que se les impide estudiar, lo que constituye una infracción tipificada en la ley 27942.

Las formas de maltrato físico más frecuentes son los empujones (51%), jalones de cabello (45%), puñetazos y bofetadas (36.4%); agresiones que fueron de distinta magnitud y ocasionaron moretones, descompensación emocional y lesiones que debían ser atendidas por un médico.

El 28% de las encuestadas manifestó haber sufrido hostigamiento sexual. De este grupo, 41.4% recibió propuestas para tener relaciones sexuales. En tanto, el 24.1% de ellas informó haber recibido un trato hostil por su negativa. Esta situación se agrava ante un 13.8% que fue víctima de violación sexual, teniendo como agresores al empleador "señor de la casa" o "patrón", y a alguno de los hijos varones.

Frente a esta situación, el Mimdes exhorta a las trabajadoras del hogar a denunciar los maltratos en la línea "Ayuda Amiga 0800-16-800" que es el número telefónico gratuito a través del cual puede solicitar orientación e información sobre el CEM más cercano a su casa.

Si la trabajadora del hogar es menor de edad, puede llamar las 24 horas del día a la Línea 100 y solicitar que una trabajadora social vaya a visitarla.



FUENTE: http://elcomercio.pe/ediciononline/html/2008-03-30/mas-mitad-empleadas-hogar-lima-sufrio-maltratos.html

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Perú: Racismo y mezquindad hacía las empleadas del hogar

Autor: Wilfredo Ardito Vega
Fecha: 17 de octubre de 2011


Allá por el año 2001, un amigo venezolano se mudó a un edificio de San Isidro, cercano al Golf. Pronto notó que, cuando las empleadas del hogar lo veían en el ascensor, no se atrevían a entrar. Le preguntó al vigilante si ellas temían que él pudiera hacerles algo.

-No, señor. La junta de propietarios les ha prohibido compartir el ascensor con inquilinos, propietarios y visitas.

Indignado, mi amigo expuso el caso ante la junta, donde primero lo miraron de manera condescendiente, pero luego defendieron su derecho a mantener las “costumbres limeñas”. Sólo cuando él amenazó dejar el departamento, aceptaron dejar sin efecto la prohibición a las empleadas.

Recordé este incidente la semana pasada, cuando la periodista Katya Adaui denunció que en la sede de Chosica del Club Villa se prohíbe a las empleadas del hogar usar los mismos baños que las socias.

Ahora bien, sabemos que en muchas casas también existe esta prohibición y además se separan platos, vasos y cubiertos para las empleadas. “Como yo era el menor, me encargaban marcar con sus iniciales los cubiertos”, recuerda un amigo arequipeño.

La recurrida justificación para estas prohibiciones es la higiene (RP 134 http://reflexionesperuanas.lamula.pe/2007/02/28/rp-134-no-es-racismo-es-solamente-higiene/reflexionesperuanas): la trabajadora del hogar podría contagiar alguna enfermedad a las demás personas. Sin embargo, esa misma persona “contagiosa” es la que prepara los alimentos, limpie los dormitorios y atiende a los niños, mientras nadie parece recordar el posible contagio.

En realidad, el origen de estas prohibiciones es simplemente el racismo: se rechaza compartir determinados espacios con una persona cuyos rasgos físicos son considerados desagradables. A esto se añade la convicción de que la empleada es un ser inferior, “que no merece lo que tenemos nosotros”. Por eso parece normal destinarle un baño incómodo y una habitación diminuta y sin ventilación, que muchos arquitectos intencionalmente han diseñado así. “Yo vivo en un edificio nuevo, donde los departamentos son pequeñísimos, pero casi todos mis vecinos tienen empleada cama adentro”, me dice una abogada. Los niños de la familia, entretanto, crecen pensando que existen seres inferiores que no tienen los mismos derechos.

Esta segregación se traslada a diversos clubes sociales, cuyo carácter “exclusivo” esconde una clara mezquindad: muchos socios ingresan con sus empleadas, porque dependen totalmente de ellas para que atiendan a sus hijos, pero rechazan pagar la tarifa que corresponde a los invitados. Se ha creado entonces la categoría de amas, que les permite ingresar, pero no usar las instalaciones destinadas a los socios y sus demás acompañantes.

Además, claro, estos clubes también sirven para exhibir el éxito familiar y, para muchos socios, su foto de familia exitosa y feliz quedaría arruinada si aparece una mujer andina bajita al costado. Por eso es preferible ubicarlas en ciertos lugares.

Es penoso que en tantas familias existan formas de segregación, pero si ocurren en un establecimiento abierto al público, como un club, debe precisarse que son ilegales. El Decreto Supremo 004-2009-TR establece que incurren en discriminación los clubes cuyas disposiciones tengan por finalidad o resultado generar un acto discriminatorio contra las trabajadoras del hogar. Por lo tanto, ningún club puede establecer baños, comedores o espacios separados para las empleadas del hogar ni tampoco una vestimenta obligatoria.

La exposición de motivos claramente señala que se considera que estos actos deben ser sancionados según el artículo 323 del Código Penal, que incluye sanción de prisión para los responsables. Probablemente, serían necesarias mayores precisiones legales sobre las prácticas discriminatorias en establecimientos, como ocurre en Brasil, donde inclusive se ha prohibido el uso de “ascensores de servicio”.

Igualmente, podría existir, otro mecanismo legal muy efectivo y son las Ordenanzas contra la discriminación: en febrero del 2009: dos socios del Club Terrazas de Miraflores me avisaron que la señora que cuidaba a su hijita era impedida de ingresar, salvo que usara uniforme blanco. Inclusive le prohibían usar sandalias, debiendo llevar zapatillas en verano.

Yo le escribí a los directivos del club, informándoles que la Ordenanza 294-MM de la Municipalidad de Miraflores sanciona con multa o clausura del local a las entidades que establezcan prácticas discriminatorias por diversas causales, entre ellas, la actividad. Días después, la Junta Directiva se vio obligada a derogar las normas discriminatorias.

Ordenanzas similares a la de Miraflores están vigentes en Lince, Jesús María y Villa El Salvador pero no en Chosica, donde tiene su sede el Club Villa. Por ello sería necesaria una Ordenanza a nivel provincial como existen en otras ciudades (Abancay, Huamanga, Huancayo, Cajamarca, etc.). A comienzos de este año, le envié una propuesta a varios regidores de la Municipalidad de Lima Metropolitana. Hasta la fecha, no hay ninguna respuesta, pero, dado que la Alcaldesa suele enfatizar su rechazo a la discriminación, esperemos que pronto podamos contar con una Ordenanza contra este problema.

Las prácticas de segregación y explotación hacia las trabajadoras del hogar deben ser enfrentadas seriamente por las autoridades, sin esperar a que algún ciudadano se indigne por lo que todos sabemos que sucede.

Entrevista A Una Trabajadora Del Hogar